Una de las particularidades de la belleza femenina es que trasciende cualquier espacio o tiempo en donde se despliegue. La delicadeza, la gracia, la nobleza y ternura natural de la mujer se dispersa permanentemente en el conjunto y escapa de la cárcel del detalle. Como la voluntad de ser, la belleza femenina, ubicua e inasible, es un horizonte que determina los alcances de la civilización, un imán para todos sus posibles derivaciones. Estas visiones del artista visual Benedicto Campbell pueden ilustrar la reflexión anterior. Acaso nos compartan imágenes de porvenires lejanos, que atraen- como siempre- más allá de su pronunciado exotismo.
Fuente: http://www.benedict1.com/
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