El artista Shinichi Maruyama combina tinta negra con agua (o viceversa) y fotografía el milisegundo en el que estos dos líquidos entran en contacto. Maruyama es capaz de capturar este fenómeno en 7,500 milésimas de segundo. La clave de esta destreza estriba en la moderna tecnología de la que se sirve este creativo, basada en la luz estroboscópica, la cual permite la grabación de eventos que acontecen más allá de los límites de la percepción visual.
En la serie de obras denominada Kusho- que quiere decir “escritura del cielo”- Maruyama trata de captar la sublime intersección de los elementos que maneja, antes de que ambos forjen uno diferente. Si bien desde cierta perspectiva estos ejercicios estéticos parecerían más bien experimentos de la ciencia, gracias a la honda inspiración de Maruyama esta acción creativa deviene en una forma de Shodo, es decir, caligrafía japonesa. La expresividad de este autor se plasma con gestos ejecutados en el aire- y no en el papel -tal cual se esperaría de una escritura divina.
Nivanh Chanthara: arte urbano con engrudo
Más de Shinichi Maruyama: http://shinichimaruyama.com/
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