Arte y vida transitan por paralelas sendas que, acaso nunca llegan a coincidir, pero jamas dejan de verse respectivamente como el objeto de su ser. Esta reflexión es pertinente con relación al hiperrealismo de David Jon Kassan. Generalmente las obras hiperrealistas, esas que tratan de capturar casi fotográficamente los detalles de la cotidianidad, exponen un viso de ironía, un disimulado reproche acerca del valor de vida que se le otorga a la realidad material. En contraste, Jon Kassar parecería utilizar su talento meticuloso en un sincero intento por alcanzar la realidad interior de sus modelos. Tiene la noble dignidad de quien persigue el origen de un arcoiris, recorriendo para ello todos los horizontes posibles.
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