A veces lo cotidiano se nos impone de tal manera, que en la vehemencia de su intensidad deja ver fracturas, las escisiones de una voluntad incontenible y no expresiva. A final de cuentas, solo una empatía pulsional, ese deseo de las cosas por estar, identificado en la conciencia propia, es la clave para comprender lo contradictorio - lo insuficiente- que implica toda perspectiva de realidad. Tal vez ese sea uno de los sentidos que se desprende de las (impresionantes) pinturas hiperrealistas de Damian Loeb, artista norteamericano contemporáneo.
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