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lunes, 22 de noviembre de 2010

Comercio justo y desarrollo equitativo

Por Rosa Vasquez García y TratoHecho.com // Recientemente, en países hermanos como Perú, se ha comenzado a manejar un comercio alternativo que promete mucho. Se trata de las prácticas de mercado conjuntadas bajo la denominación de comercio justo. El objetivo de este movimiento consiste en forjar una relación comercial más equitativa, y por lo consiguiente más humana, entre quienes se dedican al sector productivo y el público consumidor. Conozcamos los detalles de este fenómeno social de enorme trascendencia para América Latina.

El Comercio Justo puede elevar digna y equitativamente la calidad de vida de los latinoamericanos
La noción de comercio justo ha llegado a ocupar un lugar preponderante en la esperanza de muchos microempresarios latinoamericanos. Hace mucho tiempo que no se había dado la posibilidad de que quienes tienen ganas de crecer empresarialmente- para beneficio de su sociedad- tuvieran una vía de respuesta ante el empuje abrumador de las transnacionales de los países desarrollados.

El comercio justo ha recibido un gran impulso, principalmente por parte de entidades no gubernamentales, la ONU y por diversas instancias sociales y políticas, por ejemplo, diversos grupos de corte ecologista y pacifista. La intención de todos ellos, es instaurar una nueva relación entre productores y la gente que consume cotidianamente tales mercancías.


Estos son los principios fundamentales del comercio justo, es decir, los fundamentos teórico-prácticos en los cuales se estructura su propuesta comercial, de cara al porvenir de la región.

1.- En este modelo, los productores están integrados a cooperativas u organizaciones voluntarias, que se caracterizan por una dinámica democrática y abierta en cada uno de sus movimientos y negocios.

2.- Una plena autonomía, la cual desde una postura de dignidad y respeto a su propio esfuerzo, les dota de libre flexibilidad en sus decisiones. Una muestra de esta tendencia es la de no aceptar subsidios y ayudas gubernamentales. La divisa del comercio justo es, precisamente, la de «Comercio, no ayuda».

3.- El comercio justo se decanta de lleno, hacia un humanismo irrenunciable. De allí que posturas como el rechazo a la explotación infantil, la igualdad de géneros, el respeto a los derechos humanos, la procuración de condiciones de vida dignas- por medio de precios justos- , y la protección del medio ambiente, sean valores que potencializan la difusión del comercio justo, no solo como una alternativa comercial, sino también como un movimiento cultural de grandes y nobles miras.

4.- Características de vanguardia en las dinámicas comerciales. Por ejemplo, fomentando el pago por adelantado por parte de los consumidores- en gran escala- para que así, quienes producen no tengan que buscar fuentes alternativas de financiamiento y se comprometa la autonomía de la organización; informando puntualmente a los consumidores sobre el origen de las materias primas y los procesos involucrados en la producción de las mercancías que adquieren y, finalmente evitando cualquier agente intermediario entre los productores y los compradores.


Finalmente, algunos aspectos a destacar por parte del comercio justo, con relación a las maneras de comercio que se nos imponen desde los países anglosajones, se relacionan con evitar la discriminación y el proteccionismo. El comercio justo persigue una libertad de mercado plena, en total equidad, sin restricciones a los productos de naciones en vías de desarrollo, ya se trate de materias primas o de tecnologías novedosas. Mucho menos por prejuicios malintencionados o ideologías dañinas.

El comercio justo se perfila como una interpretación humanista del libre comercio. La superioridad del primero sobre el segundo, se basa en el respeto que se tiene, dentro del comercio justo, por las dos partes implicadas en una transacción: se trata de aun acuerdo entre iguales y totalmente voluntario, un diálogo traducido a términos comerciales. En el caso del libre comercio, se trata de un monólogo impositivo, que busca favorecer a quien más puede y tiene a costa de quien se esfuerza más.

Desde Perú y otras naciones de la región, igual de ricas en recursos naturales, ideas frescas y gente emprendedora, parece encenderse la llama del comercio justo: una luz tan intensa, por la solidez de sus planteamientos y los valores que la impulsan, capaz de orientar definitivamente a toda Latinoamérica hacia una ruta de crecimiento equitativo y horizontes sin límite.


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1 comentario:

  1. Excelente post Trato Hecho, gracias por la oportunidad de compartir conmigo el tema, espero no sea la ultima vez que trabajemos juntos para un articulo.
    Muchos exitos!!!
    Saludos desde Perú.
    Su siempre amiga y fan
    Rosa Vasquez Garcia :)

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