A veces, para poder entender un acontecimiento que nos sucede, es preciso ponderar cierto rasgo del mismo, para así asimilar el conjunto de pormenores que lo han generado. En el caso del artista gráfico Matei Apostolescu, puede apreciarse que es el color y una pasión por los detalles, lo que condicionan su visión del mundo. Sus paisajes psicodélicos y futuristas parecen extraídos de estados alterados de conciencia, pero en realidad no son sino un auténtico festín del color y la imaginación. En última instancia denotan una feroz voluntad de vivir, experimentar y comprender.
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