martes, 15 de junio de 2010

Caballo Torero: el arte de Manuel Eduardo González Lomelí

¿Qué es lo que motiva a una persona a expresarse por medio del arte? Esta no es una vana cuestión, puesto que en su posible respuesta se inserta la manera en la que tal voluntad de comunicación se hará patente. En lo que sigue propondremos una posible explicación tomando como eje conductor una obra del joven pintor mexicano Manuel Eduardo González Lomelí.


“Caballo Torero” es una creación de notable belleza que exhibe en la elegante rotundidad de sus trazos y en la elección de colores manejada, una especial sensibilidad y el intenso afán por compartirla. Destaca en esta obra plástica el tema del toreo y el tono que se maneja en la imagen creada.

Motivo y modo

La fiesta brava es un evento cultural controvertido y de vasta historia. Sin embargo, un aspecto interesante de su trasfondo es que se encuentra cargado de sentidos: cada elemento, cada dinámica, cada accesorio que se usa en el toreo, refiere a lecturas diversas, a perspectivas distintas de las habituales. Por lo tanto, el toreo es una manera particular de expresarse que, manteniendo cierta estructura básica, siempre comunica algo diferente, lleno de pasión y belleza, pero también de polémico intercambio de opiniones. En “Caballo Torero” bien podríamos vislumbrar a la idea platónica del equino, fuerte, noble y gallardo, pero al mismo tiempo su estampa se perfila sobre tonos grana y oro, los colores distintivos de la fiesta brava. Es una dinámica virtuosa que oscila entre la identidad y la diferencia.



Arte y naturaleza

Precisamente el amor al toreo, una expresividad en múltiples sentidos y una dialéctica entre la identidad y la diferencia, son algunas de las características que pueden explicar el sentido de “Caballo Torero” y el arte de Manuel Eduardo Lomelí en general. Se recomienda contemplar bajo estas pautas de comprensión obras tan notables como Chicuelina, Suerte de varas, El ausente, Valente Arellano, Azabache de noche, Paseíllo, Embestida, Andaluz y Valle de la Gracia, todas ellas fruto del talento de esta joven promesa de la plástica coahuilense. De tal modo que para este sobresaliente pintor, tal y como sucede con la esencia del “Caballo Torero”, su deseo de arte, se explica como una tentativa por vincularse estéticamente con los espectadores, para enriquecer las vivencias de la realidad, a través de una virtuosa interpretación del toreo y su caudal de simbolismos.

Manuel Eduardo González Lomelí está en TratoHecho.com



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