La comunicación humana parece encontrarse en una disyuntiva definitiva. Esto determina de lleno el porvenir de las sociedades contemporáneas. Se trata del posible rumbo que tomen las redes sociales, de cara a las dinámicas relacionales que prevalecen en el mundo. Para comprender mejor esta situación vale la pena evocar ciertas nociones e imágenes de la arquitectura antigua, en especial, una de las más impresionantes: la figura del hombre montaña.
El arquitecto austriaco J.B. Fischer von Erlach, publicó en 1721 la primera historia comparada de la arquitectura universal. En esta obra Fischer von Erlach presenta y comenta una vasta serie de construcciones entre las cuales se incluyen las Siete Maravillas del Mundo Antiguo. Una de ellas es el Monte Athos. Esta monumental creación se remonta a los tiempos de Alejandro Magno. El célebre conquistador contaba con los servicios del arquitecto Deinokrates, cuyo plan maestro era esculpir la imagen de un gigante en el cuerpo de una montaña, en este caso el monte Athos.
¿No estamos ante una evidente muestra de ambición, una desaforada (y vacua) exhibición de poderío material (una nueva Babel, una evocación de Sísifo y sus afanes)?
Si consideramos el contexto en el que Fischer von Erlach expone esta ilustración y lo relacionamos el entorno actual de la hegemonía de las redes sociales, esta fácil interpretación puede cobrar distintas aristas.
Fischer von Erlach se inscribe en una tendencia de la arquitectura bastante singular. La arquitectura barroca trataba por todos los medios de alejarse de planteamientos de algunos sabios antiguos, como es el caso de Vincenzo Scamozzi, quien sostenía que los fundamentos de la arquitectura, como por ejemplo los cinco ordenes de columnas, eran inmutables, al estar dictados por Dios mismo. Fischer von Erlach en cambio, se orientaba más hacia las ideas de arquitectos como Juan Caramuel de Lobkowitz, que veía a la arquitectura como algo evolucionante, mutable y vinculado a la libertad creativa.
En el fondo, lo que se disputaba era la posibilidad y alcances de la humanidad en la construcción del mundo, desde el campo de la arquitectura, más allá de los anquilosantes paradigmas de la ortodoxia.
Esta misma defensa puede visualizarse en los cambios que han producido las redes sociales en el mundo actual. Lo instituido durante mucho tiempo se había basado en la comunicación unilateral para dictar perspectivas univocas acerca de la realidad, dictando paradigmas a respetar y formas de comprensión indiscutibles, todo gracias a los medios convencionales de comunicación. Pero la socialización virtual tiene esa intención de los arquitectos barrocos, en la línea de Fischer von Erlach, por crear una toma de conciencia acerca de los alcances creativos-dialogales de los humanos.
Las redes sociales brindan la posibilidad de “esculpir una figura humana en el perfil de la montaña más grande”, dialogando la realidad entera, comunicando siempre, es decir, haciendo común la capacidad de ser diferentes y recrearse en ello. El gigante del monte Athos, como las redes sociales, se encuentra en la disyuntiva de lo fatuo o lo sublime, dependiendo de su intención comunicadora, su apertura a la sensatez y los valores que fundamenten su estructura.
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