Durante largo tiempo, imaginar los espacios celestiales, la morada de la divinidad, estaba relacionado con paisajes de cielo y nubes. Muchas obras de arte, partieron de esta intuitiva vinculación. Sin embargo, en cierto sentido, acercarse a la trascendencia a través de este imaginario no tenía una razón precisa: un universo creado por un ser todo poderoso, podría comenzar desde cualquier punto. No obstante, al observar ciertos fenómenos de la naturaleza, como este vasto campo de niebla sobre el “Lago di Olginate” en Lombardía, Italia, se comprende por qué se justifica imaginar al Paraíso de esta manera: nubes luz y vastedad. El cielo y la tierra son solo uno desde cierta perspectiva privilegiada. Una fotografía de la National Geographic Society.
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